Antonio Valdeavero Ponce nace en 1945 en San Sebastián de los Reyes (Madrid). Hijo de la tía Antonia y el tío Eladio, que fueron sus padres que no sus tíos, pues bien se sabe que el pueblo tiene sus acerbos costumbristas y tradiciones, estimado como patrimonio importante del propio ser. Cierra el ciclo de una familia de tres hermanos más, que vive sus primeros años infantiles (hasta los 11) en una finca llamada Villanueva del término de San Sebastián, anejo de Fuente Fresno, junto al puente de Algete, el rio Jarama y la carretera de Belvis. El siguiente traslado a San Sebastián, supuso un cambio de contrastes complejos, ante el absoluto analfabetismo que portaba, aunque no era el único de aquella parva intelectual generalizada. Cambiaba la libertad y enseñanzas de la naturaleza, por el encorsetado de la civilización que entonces existía en el pueblo de Sanse a tan solo 18 kilómetros de Madrid. Sus primeros pasos culturales arrancaron de doña Petra de Prada Ferreiro, maestra de párvulos, ya aparentemente mayor en aquellos tiempos. Comenzó a deletrear en” EL CATÓN” con algunos más de su edad, que no de saberes, y un resto importante de unas variopintas y desiguales hornadas de críos más pequeños, con sus carencias propias de la época: Suciedad, desnutrición, vestimentas...Cree que su pueblo no ha tenido en cuenta en el callejero local, a esta SANTA señora, o a otros merecidos como el Secretario municipal durante tantos años don José Redondo Moreno, el Alcalde don Eduardo San Nicolas Guillén, creador del primer equipo local (El Botica), la plaza de toros o José Luis Gamir Agudo que tanto hizo en la década de los sesenta por la juventud. Parecía que iba quedando atrás el analfabetismo, la roña, la leche en polvo americana y el ambiente gris y melancólico de Angelillo, Estrellita Castro, o Luis Mariano que daban paso a Manolo Escobar y un amplio abanico musical más optimista y alegre. Iban quedando también atrás, los tiempos de “ buche bailón”, cuando hacíamos escapadas a los melonares y viñedos... Por tanto, amables lectores, poco colegio, pero si mucho estudio durante
años por distintos sectores de la no barata universidad de la vida, en sentido libre y autodidacta, de respeto a todo y a todos, aunque naturalmente, sin perro que te ladre ni padrino que te ampare...Se inició en la lidia, no taurina, que más o menos sabes por donde viene el morlaco, sino en las de la propia existencia, donde evolucionar y dejar los “harapos” tanta habilidad y decisión cuesta. Esfuerzo contenido, serenidad, oportunidad, constancia machacona e ilusiones y proyectos por delante, con sus cornadas, revolcones y alguna oreja, aunque sin ningún rabo o genialidad, eso piensa él, digna de mención. Agradecido de lo que le deparó la vida, dice haber entrado en tiempos de levantar vuelo y recordar a Cafrune en letra de Yupanqui “Me iré yendo despacito, aunque no sé a dónde… Para mi todo el mundo es bueno... Los pagos con ser alegres, los cruzo de un galopito... Guarida no necesito, ya se dormir al sereno…