El hallazgo intelectivo no es la brújula que orienta los pasos perdidos del autor sobre los infinitos campos por los que se dispersa a través de las palabras, en un viaje solo de ida por la angosta senda del perfeccionamiento ascético. Tal vez sí la recreación de un mundo perdido que sólo existe ya en el corazón del tiempo, la eterna duda sobre la expresión adecuada y el horizonte circunspecto. La necesidad de encontrar, mediante la fórmula del extrañamiento, una verdad más clara pero a la vez menos evidente. Adéntrate en la vastedad de los dominios de esas tierras sin dueño a las que alude el poeta y piérdete para encontrarte en la imaginación resultante de un proceso cuyo resultado no importa.
